Buenos hábitos en la conducción para ahorrar gasolina

Conducción eficiente

Movilidad sostenible   25 marzo, 2016

Ahorrar gasolina o gasóleo mientras circulamos con nuestros vehículos, ya sea por placer o por trabajo, se ha convertido en una necesidad, tanto desde el punto de vista económico como medioambiental. La adquisición de buenos hábitos en la conducción ha pasado a ser una preocupación de primer orden por parte de gobiernos y empresas, persiguiendo un ahorro de carburante, la reducción de emisiones contaminantes y una mejora de los índices de seguridad vial.
 

Como dato, es interesante tener en cuenta que una conducción cuidada, adaptada a las nuevas tecnologías de construcción de los vehículos, logra ahorros medios del 15% en combustible y reducciones de contaminantes emitidos del mismo orden.

Los grados de movilidad que han permitido los distintos vehículos, privados, públicos y de transporte de mercancías, han sido claves para el desarrollo social de los países y comunidades, logrando la interconexión de territorios antes aislados e incrementando los niveles de bienestar de los ciudadanos. Pero también ha tenido aspectos negativos, como el creciente gasto energético, el incremento imparable de las emisiones de distintos contaminantes que contribuyen al efecto invernadero que sufrimos en nuestro planeta, y altos grados de siniestralidad.

La estrategia planteada para luchar contra estos problemas está formada por tres frentes de acción. Por un lado, acciones educativas encaminadas a informar de las bondades de los vehículos energéticamente más eficientes; el etiquetado energético de los automóviles informa sobre los consumos de los mismos. Por otro, programas de formación dirigidos a los conductores para dar a conocer buenas técnicas de conducción. Y finalmente, como no puede ser de otra manera, buscando alternativas de vehículos y combustibles más eficientes y fomentando el uso de transportes colectivos siempre que sea posible.

Buenos hábitos

El ahorro de carburante comienza incluso antes de arrancar el motor de nuestro vehículo. Es preciso revisar periódicamente la presión de los neumáticos. Una pérdida de presión de 0,3 bares respecto a la recomendada por el fabricante supone un incremento del consumo de combustible de alrededor del 3%.

También, y seguimos sin montarnos en el coche, hay que tener en cuenta que cualquier incremento de peso redunda en un aumento del gasto. Cuántas veces utilizamos el maletero de nuestro coche como una extensión del trastero… Cien kilogramos de peso extra suponen un 7% de consumo añadido.

Incrementa también el gasto cualquier accesorio externo que rompa la línea aerodinámica del vehículo. Miles de millones de investigación en túneles de viento para que después coloquemos en el techo un portaequipajes muchas veces innecesario.

A la hora de la conducción propiamente dicha se puede acudir a las denominadas cinco reglas de oro de la conducción eficiente.

  1. Anticiparse al flujo del tráfico. Los frenazos bruscos y los acelerones incrementan sustancialmente el gasto. Es de especial relevancia mantener un control de la situación del tráfico de vehículos y del entorno cercano con el objetivo de anticiparse lo antes posible a las circunstancias cambiantes de la vía. Se recomienda vigilar constantemente la zona que alcanza al tercer vehículo por delante y por detrás.
  2. Mantener una velocidad constante a bajas revoluciones. Es necesario no incrementar el nivel de revoluciones del motor. Para ello hay que seguir una serie de recomendaciones:
    1. Arrancar sin pisar el acelerador. Los sistemas electrónicos de control del vehículo regulan las condiciones del encendido. Accionar el acelerador solo contribuye a un mayor consumo de combustible y a desajustar la secuencia automática de arranque.
    2. Mantener una velocidad uniforme. Lo ideal es combinar marchas largas con bajas revoluciones y pisar el acelerador no más de las 3/4 partes de su recorrido. Para esto será de especial ayuda utilizar los sistemas automáticos de control de la velocidad de crucero.
    3. En las paradas de más de un minuto apagar el motor, siempre que las condiciones del tráfico no lo desaconsejen.
  3. Usar siempre la marcha más alta posible.
    1. No circular en primera velocidad  más de lo necesario. Se considera que es conveniente engranar la segunda velocidad después de dos segundos aproximados de avance.
    2. Cambiar de marcha lo antes posible. Los coches de gasolina o GLP no deberían llegar a las 2.500 revoluciones por minuto y los vehículos de tecnología diesel deben subir de velocidad a las 2.000 rpm.
    3. A la hora de reducir la velocidad es conveniente dejar de pisar el acelerador, manteniendo la marcha engranada, mientras el coche rueda por la inercia adquirida.  En estas circunstancias se consigue ahorrar gasolina y el desgaste de los frenos es mínimo.
    4. Siempre que sea posible se detendrá el vehículo sin reducir de marcha, circulando en la marcha más alta posible y accionando el freno para parar el coche en el último momento de forma progresiva.

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