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Energía
#BuenasEnergías

El almacenamiento de energía solar

01 agosto 2024, SE LEE EN5 MINUTOS

En este artículo

    La apuesta por la energía solar en España es cada vez más fuerte, tanto en el ámbito profesional como en los hogares privados. Según una encuesta elaborada por KPMG, más del 30% de las empresas tienen paneles solares instalados, y el 91% tiene previsión de instalarlos en los próximos años. Una de las dudas más habituales que surge cuando instalamos paneles fotovoltaicos es qué podemos hacer con la energía sobrante en los meses del año donde la producción aumenta. En este artículo, te contamos cómo almacenar energía solar correctamente para aprovecharla. 

    ¿Qué entendemos por almacenar energía solar?

    Una de las características que tienen los paneles fotovoltaicos es que la producción de energía no es igual todos los meses. De hecho, a diferencia de lo que algunos usuarios piensan antes de conocer a fondo esta tecnología, las placas solares están continuamente produciendo energía, solo que no siempre con la misma intensidad. Incluso cuando la luz solar no impacta de forma directa en ellas, la producción no se detiene. 

    Por lo tanto, no es raro encontrar situaciones en las que la producción de energía solar supera a la demanda, tanto en empresas como a nivel doméstico. Especialmente, en los meses de verano, cuando hay más horas de luz y, por tanto, la capacidad de producción energética es mayor. 

    ¿Qué sucede con la energía solar que producimos, pero no gastamos en el momento? A través de un almacenamiento de energía solar adecuado, es posible guardar la energía sobrante para utilizarla durante la noche. Es decir, aprovecharla para los momentos en los que no se produce energía por falta de luz solar. 

    Estrategias para almacenar energía solar

    Como te puedes imaginar, no existe una única tecnología para almacenar la energía solar que sobra, sino que hay varias entre las que puedes elegir. Cada una tiene sus ventajas e inconvenientes, y a continuación te vamos a explicar en qué consisten para que decidas cuál se ajusta más a lo que buscas. 

    Almacenamiento térmico

    El primer sistema de almacenamiento del que hablamos es el térmico. Se mantiene el calor mediante el calentamiento de líquidos en un depósito para, posteriormente, producir agua caliente y calefacción.

     Lo más habitual es utilizar agua y sal fundida para multiplicar la capacidad de absorción del calor que han generado las placas durante el día. 

    Cuando el agua alcanza la temperatura de ebullición, se produce vapor, que pone en marcha una especie de turbina con la que se genera energía. 

    El almacenamiento térmico de energía solar se puede garantizar de varias maneras. Por ejemplo, mediante acumuladores térmicos, hechos de materiales capaces de mantener el calor durante más tiempo. 

    También se pueden utilizar bombas de calor, con las que la energía se almacena con refrigerantes y compresores. O, si lo prefieres, puedes utilizar sistemas que transfieran el calor desde un líquido caliente a uno frío. 

    Almacenamiento mecánico

    El almacenamiento mecánico se basa en la energía cinética que se produce por el movimiento de los cuerpos. En estos casos, la energía sobrante se transforma en energía mecánica para, después, generar electricidad. Es decir, se produce una doble transformación. 

    Por un lado, la energía eléctrica producida por las placas se transforma en energía mecánica. Posteriormente, esta se vuelve a transformar en electricidad para ser utilizada más adelante. 

    Para conseguirlo, puedes escoger entre tres sistemas de almacenamiento de energía mecánica, que son los más habituales:

    • El excedente de energía hace girar un volante sobre su propio eje, lo que produce electricidad para satisfacer la demanda de consumo energético durante la noche. El volante gira rápidamente y frena, de forma que la energía que se produce al frenar se transmite a un generador donde se almacena.
    • Bomba hidroeléctrica. En este caso, se bombea agua hacia un depósito para que esta fluya a través de las turbinas y produzca energía eléctrica.
    • Aire comprimido. El tercer sistema de almacenamiento mecánico de energía solar se basa en bombear aire comprimido a depósitos más grandes. La propia liberación del aire ayuda a producir electricidad. 

    Baterías solares

    Guardar el excedente de energía en baterías es, quizá, el método más extendido a día de hoy. Existen distintos tipos de baterías que ahora detallaremos, pero el funcionamiento general es el mismo. 

    La energía se almacena gracias al bombeo de energía solar directamente hacia las celdas de la batería, que pueden transformarla en electricidad. Así, la acumulación de energía permite que esta se vaya liberando progresivamente en los momentos donde la producción se detiene, actuando de forma independiente a la red eléctrica.

    Como hemos comentado, existen distintos tipos de baterías, aunque las que se utilizan más habitualmente para almacenar energía solar son las siguientes:

    • Baterías de iones de litio. Son las que tienen una densidad de energía más alta y duran más tiempo. Actualmente, es el tipo que más se utiliza para almacenar este tipo de energía, porque sus necesidades de mantenimiento son más bajas. En este sentido, cabe destacar que se está trabajando intensamente para desarrollar baterías de sodio, un mineral más abundante que podría abaratar aún más los costes y que permitiría funcionar cuando las temperaturas son más bajas.
    • Baterías de plomo-ácido. Si hace unos años las baterías monoblock eran las más comunes, hoy en día han perdido relevancia. Son más económicas, pero no permiten utilizar toda la energía almacenada en ellas. Además, la vida útil que tienen es más corta que la de las baterías de litio. 
    • Baterías de flujo. Este tipo de baterías está en pleno desarrollo, pero está llamada a ser la gran sustituta del litio. Su vida útil es más larga, aunque, de momento, sus costes son muy elevados. 

    Ventajas de almacenar energía solar

    Ahora que ya sabes en qué consisten los métodos de almacenamiento de energía solar más habituales, quizá te preguntes si merece la pena conservarla o no. En este sentido, una de las razones más importantes para almacenar la energía es la propia sostenibilidad de los recursos. Cuanto mayor sea el aprovechamiento de energía, más sostenible será su propio uso y producción. 

    Sin embargo, más allá del beneficio ambiental que supone el aprovechamiento de energía, hay más ventajas a tener en cuenta:

    • Independencia energética. Cuanta más capacidad de producir y almacenar energía tengas en tu vivienda o en tu empresa, menos dependencia tendrás de la red eléctrica. 
    • Ahorro de costes. Otro de los beneficios claros a largo plazo del uso de placas fotovoltaicas y el almacenamiento de la energía es el ahorro. Pese a la inversión inicial, la capacidad de autoconsumo hace que el importe que pagas en tus facturas mensuales se reduzca drásticamente.
    • Disponibilidad de energía. Si tienes energía almacenada con la que puedes producir electricidad, podrás mantener tus electrodomésticos activos en caso de que se produzca un fallo eléctrico o una avería en la red. 

    En definitiva, almacenar energía solar no solo es sencillo gracias a la amplia variedad de tecnologías que existen, sino que también es beneficioso para el medio ambiente. Y, en segundo lugar, para tu bolsillo.

    Pero, sobre todo, es una forma de contribuir a la circularidad sostenible que todos deberíamos alcanzar para preservar el planeta. Por lo tanto, es una buena forma de aportar un granito de arena y hacer una montaña cada vez más grande cargada de buenas energías.

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