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La transición energética y el almacenamiento energético son dos conceptos que no se pueden entender por separado. En anteriores posts, ya hemos comentado la importancia del almacenamiento de energía para minimizar la brecha energética y hacer las fuentes de energía renovables aún más competitivas en todos los aspectos. Por consiguiente, hoy queremos ahondar un poco más en el almacenamiento y te vamos a contar más detalladamente los tipos de almacenamiento de energía que existen y su funcionamiento. De este modo podrás ver cómo las energías renovables son la fuente ideal de energía para cualquier tipo de negocio.
La electricidad es un pilar fundamental de la sociedad moderna y, por lo tanto, el consumo eficiente es uno de los principales retos para todos nosotros. Una de las soluciones fundamentales es su almacenamiento. Pero ¿cómo se logra?
Hidrógeno: se produce mediante un proceso llamado electrólisis, que utiliza agua y electricidad como materias primas, lo que lo convierte en una fuente de energía verde. No obstante, la mayoría del hidrógeno producido a nivel mundial procede del reformado del gas natural. Además, se puede almacenar en contenedores durante largos períodos de tiempo. Se prevé que este elemento sea el combustible del futuro y, por esa misma razón, su almacenamiento es un gran avance para el sector energético.
Acumulación por bombeo: esta tecnología es usada por las centrales hidroeléctricas. Su funcionamiento consiste en que, cuando hay un excedente de energía, se bombea agua desde un embalse a otro (situado a una mayor altura) aumentando la energía potencial de la masa de agua bombeada. Asimismo, cuando se requiera de energía, se deja caer el agua del embalse superior al inferior haciéndola pasar por una turbina donde se generará la electricidad. Una de sus ventajas es su larga vida útil, que puede superar los 50 años.
Aire comprimido: en este caso, cuando hay un excedente de producción, se desvía la producción sobrante a una central de compresión de aire que lo introducirá en una caverna subterránea, acuífero o mina. Cuando es necesaria la electricidad, se cambia el sentido del flujo y se extrae el aire comprimido para producir la energía. Del mismo modo, cuando la demanda es baja, el aire se comprime mediante unos compresores para que en el momento en que la demanda sea alta, se utilice ese aire comprimido para mover las turbinas y generar electricidad.
Almacenamiento térmico: esta técnica acumula energía mediante el calor, subiendo o bajando la temperatura de una sustancia y/o cambiando la fase. Este sistema de almacenamiento consta de dos tanques de sales, uno caliente y otro frío, donde se hará un bombeo del frío al caliente que llevará a la mezcla a alcanzar temperaturas de 390º Celsius. En el momento en el que se necesite la energía, las sales se bombean desde el tanque caliente pasando por un tren de intercambiadores de carcasa y tubos donde devuelven la energía térmica al tanque frío y lo calientan. De este modo, la mezcla de sales fundidas puede suministrar el calor necesario para operar la planta durante los periodos en los que sea necesario.
Supercondensadores: son dispositivos que pueden almacenar grandes cantidades de energía, pero que a diferencia de las baterías, pueden cederla rápidamente cuando sea necesario. Mientras que las baterías tienen un buen rendimiento lineal, los supercondensadores entregan casi instantáneamente la energía eléctrica que almacenan
Volantes de inercia: consiste en el almacenamiento de energía cinética mediante la aplicación de una resistencia a un disco metálico giratorio. A pesar de los altos costos de fabricación, también cuenta con una vida útil muy longeva.
Haber desarrollado todas estas formas de almacenamiento ha contribuido a la evolución de las energías renovables y su competencia en el mercado. Tú también puedes hacer partícipe a tu negocio del consumo energético eficiente, lo que puede llegar a ser muy ventajoso para la empresa. Con Servisolar, obtendrás tu propia energía fotovoltaica con un completo control sobre su gestión, que además de permitirte ahorrar en tus facturas, tendrás una garantía de producción del 87% pasados 30 años. ¿Quieres dotar a tu empresa de independencia energética y además cuidar el planeta? ¡La energía solar fotovoltaica es la inversión más rentable ideal!
La electricidad es un pilar fundamental de la sociedad moderna y, por lo tanto, el consumo eficiente es uno de los principales retos para todos nosotros. Una de las soluciones fundamentales es su almacenamiento. Pero ¿cómo se logra?
¿Qué tipos de almacenamiento de energía existen?
Baterías de Litio: este método es el más utilizado para los dispositivos más comunes en la vida cotidiana: smartphones, ordenadores portátiles, baterías externas, coches eléctricos, etc. Se recargan rápidamente y almacenan horas de energía. Su facilidad de adaptación las convierte en la opción ideal para hogares, pequeños comercios, fábricas y fuentes de alimentación de reserva.
Hidrógeno: se produce mediante un proceso llamado electrólisis, que utiliza agua y electricidad como materias primas, lo que lo convierte en una fuente de energía verde. No obstante, la mayoría del hidrógeno producido a nivel mundial procede del reformado del gas natural. Además, se puede almacenar en contenedores durante largos períodos de tiempo. Se prevé que este elemento sea el combustible del futuro y, por esa misma razón, su almacenamiento es un gran avance para el sector energético.
Acumulación por bombeo: esta tecnología es usada por las centrales hidroeléctricas. Su funcionamiento consiste en que, cuando hay un excedente de energía, se bombea agua desde un embalse a otro (situado a una mayor altura) aumentando la energía potencial de la masa de agua bombeada. Asimismo, cuando se requiera de energía, se deja caer el agua del embalse superior al inferior haciéndola pasar por una turbina donde se generará la electricidad. Una de sus ventajas es su larga vida útil, que puede superar los 50 años.
Aire comprimido: en este caso, cuando hay un excedente de producción, se desvía la producción sobrante a una central de compresión de aire que lo introducirá en una caverna subterránea, acuífero o mina. Cuando es necesaria la electricidad, se cambia el sentido del flujo y se extrae el aire comprimido para producir la energía. Del mismo modo, cuando la demanda es baja, el aire se comprime mediante unos compresores para que en el momento en que la demanda sea alta, se utilice ese aire comprimido para mover las turbinas y generar electricidad.
Almacenamiento térmico: esta técnica acumula energía mediante el calor, subiendo o bajando la temperatura de una sustancia y/o cambiando la fase. Este sistema de almacenamiento consta de dos tanques de sales, uno caliente y otro frío, donde se hará un bombeo del frío al caliente que llevará a la mezcla a alcanzar temperaturas de 390º Celsius. En el momento en el que se necesite la energía, las sales se bombean desde el tanque caliente pasando por un tren de intercambiadores de carcasa y tubos donde devuelven la energía térmica al tanque frío y lo calientan. De este modo, la mezcla de sales fundidas puede suministrar el calor necesario para operar la planta durante los periodos en los que sea necesario.
Supercondensadores: son dispositivos que pueden almacenar grandes cantidades de energía, pero que a diferencia de las baterías, pueden cederla rápidamente cuando sea necesario. Mientras que las baterías tienen un buen rendimiento lineal, los supercondensadores entregan casi instantáneamente la energía eléctrica que almacenan
Volantes de inercia: consiste en el almacenamiento de energía cinética mediante la aplicación de una resistencia a un disco metálico giratorio. A pesar de los altos costos de fabricación, también cuenta con una vida útil muy longeva.
Haber desarrollado todas estas formas de almacenamiento ha contribuido a la evolución de las energías renovables y su competencia en el mercado. Tú también puedes hacer partícipe a tu negocio del consumo energético eficiente, lo que puede llegar a ser muy ventajoso para la empresa. Con Servisolar, obtendrás tu propia energía fotovoltaica con un completo control sobre su gestión, que además de permitirte ahorrar en tus facturas, tendrás una garantía de producción del 87% pasados 30 años. ¿Quieres dotar a tu empresa de independencia energética y además cuidar el planeta? ¡La energía solar fotovoltaica es la inversión más rentable ideal!
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