Hasta hace muy poco, nuestras vidas eran confortables y fáciles. Teníamos lo que queríamos. Vivíamos el día a día y aunque sabíamos que algunas cosas podían cambiar, había otras prioridades. Y un día, sin estar preparados, se presentó ante nosotros un maldito virus que lo paró TODO. Incluso la movilidad. Todavía me cuesta creerlo pero no quiero ponerme negativo. Al final, estamos saliendo adelante y hemos aprendido algo. La movilidad es un tema que me apasiona. Además, creo que los nuevos sabios sobre pandemias y reconstrucción económico-social que proliferan entre nuestros grupos de Whatsapp, no han tocado este asunto y eso que son capaces de tomar decisiones rápidas y acertadas de forma permanente. Así que, voy a intentar anticiparme y reflexionar un poco en este artículo.
La primera premisa que, según mi punto de vista, no merece discusión es que el teletrabajo tendrá mayor impacto en las decisiones que tomemos. Si no tienes que desplazarte a tu centro de trabajo, no tendrás que decidir nada sobre tu medio de transporte. Este paso era uno de los últimos que nos quedaba por dar en materia de progreso social. Aquí, el freno era la pereza a acometer este cambio radical por parte de las compañías y el temor a que el ser humano, con la etiqueta de perezoso, se dedicara a ver pasar el tiempo por la ventana ante un ordenador hasta cumplir su horario y pulsar el botón de apagar. ¡Sorpresas te da la vida! Resulta que trabajamos más que antes y el cambio radical no eran tan difícil como se suponía.
En este artículo nos centraremos en la movilidad de las grandes urbes, que son las que gozan actualmente de más posibilidades de elección. Actualmente, contamos con transporte público, vehículos particulares, carsharing, motocicletas, alguna bici que otra, los recientes monopatines eléctricos y, si ninguna de estas opciones te convence, siempre puedes caminar.
Empecemos con el transporte público. Metros y autobuses seguirán iguales, un poco más desinfectados, claro. La gente de alrededor llevará mascarilla, puesto que es obligatorio. Por lo tanto, no parece que vaya a cambiar demasiado el futuro de este medio.
El carsharing estaba empezando a coger fuerza, pero si vas a coger el volante con dos dedos por si otro conductor ha estornudado antes, descártalo. La opción de desinfectar el coche en cada uso no parece muy rentable y además, destruiría el modelo.
Si eres un apasionado de la bicicleta (como yo), tu principal preocupación debería ser la seguridad. Aprovecho para hacer un llamamiento a los ciclistas que se ven sin casco por las ciudades. Si te caes duele: póntelo, pónselo. Cierto es que habrá menos coches por las calles y el riesgo disminuye pero seamos igualmente precavidos. Otra opción es una bicicleta eléctrica que puedes probar...mientras no llueva. Os lo dice uno que hace 15.000km al año en bici. La lluvia moja todas las partes de tu cuerpo. ¡Todas!
Seguimos con los patinetes. Si han proliferado tanto es porque son más cómodos que la bicicleta pero su autonomía es menor y los problemas con la seguridad y la lluvia se mantienen. No le veo mal futuro a estos artilugios, aunque de nuevo, la seguridad es esencial. Algunos alcanzan 30 km/h, una velocidad a tener en cuenta. De nuevo, os hablo por una propia experiencia a esa velocidad.
Nos quedan, por último, los dos más comunes y casualmente más veloces y cómodos: moto y coche propio. No voy a entrar en pros y contras de cada uno, son totalmente conocidos. Lo que veo poco probable es que haya una transferencia masiva de usuarios que pasen de conductor a motorista. Un cambio al revés será aún más remoto, puesto que un motero lo es para siempre. Entonces, ¿cambiará la movilidad después de todo esto?
Solo depende de nosotros. Tenemos una gran oportunidad para no tropezar con ninguna piedra y, de una vez por todas, cambiar hacia lo sostenible y apostar por la movilidad eléctrica o combinada con gas. Lo importante es pensar en las consecuencias y beneficios para todos: menos combustión, menos congestión en las ciudades (también gracias al teletrabajo) y, por lo tanto, menos contaminación.
Todos hemos visto una mejora en la calidad del aire y en el ruido acústico de nuestras calles, tanto es así que incluso nos ha sorprendido la visita de las aves que se acercaban a nuestras ciudades y sinceramente, las cosas, se ven mejor.
Por eso, es el momento de que Administraciones y empresas, las primeras con subvenciones o ventajas fiscales, y las segundas invirtiendo en tecnología, den un paso firme hacia una movilidad pública que garantice más seguridad y espacio entre los usuarios, y una movilidad particular con fácil acceso y con una estructura de recarga amplia que nos facilite el acceso a otra manera de movernos. Por ejemplo, con un vehículo bifuel a gas natural, híbridos enchufables o eléctricos, que nos permiten ahorrar y tienen menos impacto ambiental para el planeta.
Lo que quiero decir, para ir terminando, es que cuando volvamos a la rutina, todo puede seguir igual o puede empezar a ir cambiando, porque lo que nos ha pasado nos ha hecho reflexionar y espero que nos mueva por dentro nuestros valores y prioridades, para movernos mejor en el día a día.
Y tú, ¿ya has pensado cómo te desplazarás?