La economía circular es uno de los principios que marcan las acciones de numerosas empresas y particulares hoy en día. Llevar a cabo una gestión responsable de los recursos es esencial para alargar la vida de nuestro planeta, y las personas estamos cada vez más concienciadas de ello. Por eso, es fundamental saber cómo aprovechar al máximo todos los objetos y recursos que nos rodean. Y aquí entra en juego el concepto de obsolescencia programada.
Con el aumento del uso de dispositivos tecnológicos, este término ha adquirido cada vez más peso. Pero, ¿sabes qué es la obsolescencia programada y por qué es tan importante evitarla para preservar el medio ambiente? En este artículo te explicamos todo lo que debes saber.
La obsolescencia programada es una estrategia mediante la cual los fabricantes diseñan productos con una vida útil limitada de manera intencionada, generalmente en un plazo de tiempo corto o medio. En otras palabras, se trata de hacer que los productos se vuelvan obsoletos después de un período de tiempo determinado, incentivando al consumidor a sustituirlos por otros nuevos.
El auge de los aparatos electrónicos y de consumo en general ha disparado la preocupación por la obsolescencia programada, puesto que es uno de los ámbitos donde más se intensifica. De hecho, la Organización de Naciones Unidas cifra en 50 millones de toneladas la cantidad de residuos electrónicos que generamos cada año. El ejemplo es aún más escandaloso si nos fijamos en la comparativa; la ONU afirma que es el equivalente de tirar a la basura 4.500 torres Eiffel.
Ser conscientes de cuándo estamos ante un caso claro de obsolescencia programada es el primer paso para evitar que se produzca. Podemos distinguir entre 3 tipos de obsolescencia programada principales, en función de su naturaleza:
Como te imaginarás, la obsolescencia programada puede afectar a cualquier tipo de producto que se utilice habitualmente. Sin embargo, los productos electrónicos y de consumo del hogar suelen ser los que tienen un ciclo de vida útil más corto. A continuación, te mostramos algunos ejemplos frecuentes de dispositivos, productos o servicios con obsolescencia programada:
La gran mayoría de baterías que hacen funcionar a multitud de dispositivos de cualquier tipo tienen obsolescencia programada. Es decir, están diseñadas para funcionar un tiempo concreto. Pasado ese tiempo, es necesario sustituirla por otra nueva. Y, como hemos dicho, esto sucede con todo tipo de dispositivos que tienen baterías, desde smartphones y ordenadores hasta coches eléctricos.
Es más, en muchos casos, la obsolescencia programada se extiende a distintos componentes electrónicos, además de las baterías. Ya sea porque se dejan de fabricar o porque no duran más de un tiempo exacto, la necesidad de reemplazarlos es frecuente.
Otro de los ejemplos de obsolescencia programada más claros es el caso de los smartphones y portátiles. En muchos casos, los usuarios se plantean renovar su móvil cada dos o tres años, porque sienten que se han quedado desactualizados. A esto también contribuyen indirectamente los fabricantes lanzando modelos nuevos con muy poca diferencia de tiempo frente a los modelos anteriores.
Dentro de la obsolescencia programada tecnológica, el ejemplo más común suele ser un software o sistema operativo que se queda obsoleto con el paso de los años, porque las aplicaciones que se desarrollan solamente son compatibles con versiones posteriores. Esta es, de hecho, una de las principales razones que encuentran los usuarios para cambiar su móvil.
Cada vez son más los electrodomésticos y dispositivos del hogar que sufren obsolescencia programada y que requieren ser reemplazados por otros nuevos. Si preguntas a tus padres o abuelos sobre cuánto tiempo dura un microondas o un frigorífico, seguramente su respuesta sería "toda la vida". Sin embargo, los modelos más recientes no suelen tener una vida útil tan larga como tenían hace años.
Además, en este caso, la obsolescencia no solo puede venir por la propia vida útil de los electrodomésticos, sino también porque los fabricantes dejen de repararlos si tienen más de determinados años.
La obsolescencia programada no solamente afecta a los productos, sino también a algunos servicios. Es el caso de los fabricantes que realizan revisiones de sus productos solo durante un período corto de tiempo, especialmente, de los productos y dispositivos de consumo. En caso de que sigas necesitando mantenimiento pasados los años, es cada vez más frecuente encontrarse con reticencias entre muchos de ellos.
Luchar contra la obsolescencia programada es una de las prioridades más recientes a nivel europeo, pues es clave para expandir la economía circular y reducir los desechos tecnológicos que tanto perjudican al medio ambiente. En este sentido, recientemente se han puesto sobre la mesa normativas de gran calado, como la iniciativa que obligaría a los fabricantes de electrodomésticos a reparar los productos hasta diez años después de que se compren. Es lo que se conoce como "derecho a la reparación".
En una línea parecida, todos los productos que se venden en España desde el 1 de enero de 2022 amplían el plazo de garantía de 2 a 3 años. Asimismo, los fabricantes tendrán la obligación de asegurar las piezas de repuesto durante 10 años, en vez de 5. Estos cambios responden a la modificación de la Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios.
Más allá de las normativas o acciones legislativas que se aprueben, reducir la obsolescencia programada es una responsabilidad común que se ejerce de forma individual. En lugar de comprar, tirar y comprar otra vez, es necesario que todas las personas y empresas diseñemos productos pensados para ser reutilizados tantas veces como sea posible. De esta forma, disminuiremos el porcentaje de "basura tecnológica" que hay actualmente y, con ello, alargaremos también la vida del planeta.
Porque, como sabes, un granito de arena es el primer paso para que se forme una montaña. Y, en este caso, cambiar nuestros hábitos es fundamental para reducir el impacto ambiental producido por la obsolescencia programada. ¡Descubre cómo reducir tu consumo!
