La eficiencia en el consumo de energía es un tema que nos preocupa a todos, y es normal que busquemos fórmulas que nos ayuden a conseguir una correcta gestión energética. Tanto en tu negocio como en tu casa, hay una serie de estrategias que puedes poner en marcha para ajustar lo que gastas, pero sin que esto suponga en ningún caso una reducción de tu confort.
Si aplicas una buena gestión de la energía en tu día a día, no solo vas a conseguir reducir el importe de tu factura eléctrica. Además, estarás contribuyendo a cuidar del medio ambiente y a luchar contra el cambio climático.
¿Qué es la eficiencia energética?
Antes de entrar de lleno en el tema de la gestión, permítenos repasar contigo un concepto básico como el de eficiencia energética. Ya que somos conscientes de que, a pesar de ser una expresión muy habitual, todavía genera algunas dudas.
Consideramos que hay eficiencia en el consumo de energía cuando un sistema, un dispositivo, una actividad, un proceso, una empresa o una persona, utilizan la menor cantidad de energía posible para realizar una tarea o alcanzar un determinado resultado. Es decir, cuando conseguimos obtener el máximo rendimiento y beneficio con un consumo de energía mínimo.
De un tiempo a esta parte, todos estamos siendo conscientes de lo imprescindible que resulta hacer una gestión responsable de los recursos naturales. Por eso, uno de los objetivos impuestos por la Unión Europea, y que nos involucra a todos los ciudadanos, es reducir el consumo energético.
Cuando mejoramos la eficiencia energética no solo reducimos la cantidad de energía que gastamos, sino que nos aseguramos de reducir nuestra dependencia de fuentes de energía no renovables. En este sentido, el uso de energía fotovoltaica o eólica, entre otras, hace años que es una realidad en nuestro país.
Si nuestro consumo es menor, y resulta que gran parte de lo que consumimos procede de energías renovables, protegemos nuestro entorno. Porque con ello reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuimos a mitigar el cambio climático. El resultado es un entorno mucho más limpio, con un aire libre de partículas tóxicas que es más saludable.
¿Qué implica la gestión energética?
Para llegar al objetivo de conseguir eficiencia energética, primero debemos dar el paso de hacer una buena gestión de la energía. Se trata de planificar sistemas de utilización de la energía que nos ayuden a sacarle el máximo partido a la vez que reducimos el nivel de consumo.
Esto puede (y debe) hacerse tanto a gran escala como a pequeña escala. Los gobiernos estatal, autonómicos y locales están trabajando para mejorar la gestión energética en el ámbito público. Por ejemplo, cambiando los sistemas de iluminación urbana por luces LED, o ajustando el uso de la climatización en los edificios públicos.
A nivel privado, las empresas y los hogares pueden hacer mucho para gestionar de una forma más eficiente su consumo de energía, como vamos a ver a continuación. La clave para el éxito está en conocer el punto de partida de consumo actual, fijar unos objetivos realistas y diseñar un plan de actuación que se pueda llevar a cabo. Por último, pero no menos importante, el éxito de las medidas depende mucho de que quienes tienen que aplicarlas estén realmente concienciados de ponerlas en práctica.
5 estrategias de gestión energética
Hay muchas formas de conseguir el objetivo de reducir el consumo energético, pero vamos a repasar cinco de las más sencillas de adoptar a la vez que de las más eficientes.
Mejorar el aislamiento de los edificios
La climatización es una de las grandes responsables del alto consumo energético de hogares y empresas, porque dependemos de ella durante todo el año. En invierno, para conseguir caldear las estancias y, en verano, para mantenerlas frescas. Sin embargo, el uso que se hace de estos aparatos, no siempre es el más eficiente.
Esto se debe, en gran medida, a la existencia de puntos de fuga en los edificios. Espacios que permiten que la temperatura interior se "escape" hacia el exterior, a la vez que facilitan la entrada de la temperatura exterior hacia dentro del inmueble. Como resultado, tenemos que subir el termostato en invierno o bajarlo en verano para sentirnos realmente cómodos dentro de casa o de la oficina. Esto, traducido a términos energéticos, significa que el consumo se dispara.
Sin embargo, existe una forma sencilla de evitarlo, y es aplicar una de las estrategias de gestión energética más eficientes: mejorar el aislamiento. A fin de acabar con esos puntos de fuga a los que acabamos de hacer referencia.
Hay muchas formas de conseguirlo. Por ejemplo, cambiando las viejas ventanas por unas que tengan marcos que estén bien encajados en la pared, libres de puentes térmicos y con doble o triple acristalamiento. Otra alternativa es revestir la fachada si esta está ya antigua, o aplicar aislante en las paredes y techos interiores.
Contratar la potencia adecuada
Una manera sencilla de dar pasos en la buena dirección cuando se trata de gestión energética, es contratar la potencia que hace falta en cada edificio. La idea es contar con un suministro de electricidad suficiente, pero sin llegar a ser excesivo.
Con esto logramos cubrir de manera satisfactoria la demanda energética y, a la vez, evitar costes innecesarios. Además, también es conveniente revisar las alternativas que hay en el mercado para contratar la tarifa que mejor se ajuste a las necesidades de cada hogar o empresa.
Con una potencia adecuada y una tarifa bien ajustada, descienden tanto el consumo como el importe de la factura. Que es justo lo que buscamos cuando trabajamos en la gestión energética.
Alto nivel de implicación
Los buenos resultados de una estrategia de consumo eficiente de energía requieren la implicación de todos aquellos que intervienen en el consumo eléctrico. No importa si se trata de los trabajadores de una empresa o de los miembros de una familia.
Si vas a aplicar cambios, es importante que los expliques y expongas su importancia antes quienes se van a ver afectados por los mismos. También es necesario que demandes su colaboración a la hora de aplicar buenas prácticas de ahorro energético.
Cambios de hábitos como apagar del todo los aparatos eléctricos que no están en uso, o apagar siempre las luces al salir de una estancia, pueden causar un importante impacto en el consumo energético.
Renovar la iluminación
Los sistemas de iluminación representan entre un 10% y un 50% de la factura mensual de electricidad. Para conseguir que su aporte esté más cerca del 10 que del 50, es necesario hacer cambios. Retirando bombillas incandescentes, halógenas y fluorescentes, e instalando en su lugar luminarias de bajo consumo como las LED.
Además, se pueden tomar medidas adicionales como potenciar la iluminación natural. Por ejemplo, pintando las paredes en colores claros.
Monitorización y evaluación periódica
En última instancia, toda estrategia de mejora de la gestión de la energía ha de pasar por un proceso de evaluación del consumo para estar al tanto de los resultados. Se trata de comprobar si, con los ajustes realizados, estamos cerca de alcanzar los objetivos que nos hemos marcado.
Para hacerlo, podemos revisar los resultados de manera trimestral y hacer un seguimiento regular del patrón de consumo. Con la idea de comprobar la profundidad que están teniendo los cambios aplicados.
La mejora de la gestión energética está en tus manos. Puedes empezar a trabajar en ella hoy mismo realizando algunos cambios. Si estás pensando en cambiar tu tarifa, tenemos a tu disposición diferentes alternativas para el consumo de luz y gas.