Hoy vamos a sumergirnos en la cultura maker y el Do It Yourself. Seguro que algunos ya conocéis estas expresiones. Para los demás, deciros que estas palabras forman parte de un movimiento que ha aparecido en los últimos años y que ha ido ganando en popularidad y adeptos por distintos motivos, aunque principalmente por unos valores que se basan en tres grandes pilares. El primero, el de la posibilidad de diseñar y fabricar digitalmente (algo que anteriormente no era factible). El segundo, el de la capacidad de generar y crear con y para comunidades virtuales de forma más fácil que antaño. Y finalmente, el del acceso a los activos industriales (fábricas) para permitir la creación de pedidos personalizados y online o incluso el auge de impresoras 3D industriales. El hecho de que sean alquilables, por cierto, ha permitido democratizar componentes y piezas de fabricación, entre otras ventajas.
¿Por qué me interesa este tema?
Hoy quería hablaros de una gran iniciativa que surgió de un grupo de “makers” con inquietudes y ganas de ayudar de forma totalmente altruista a la sociedad.
Pero antes, veamos un poco el contexto. Con la crisis del coronavirus en España, estas comunidades con valores muy arraigados en su ADN, empezaron a emerger y a mostrar su capacidad y sus ganas de ayudar de una forma muy rápida y efectiva. Así nace coronavirusmakers.org. Se trata de una red de expertos en tecnología y open source que aglutina voluntarios que quieren crear material de ayuda para emergencias. Su forma natural de comunicarse ha permitido generar grupos de trabajo vinculados a los intereses comunes mediante herramientas que permiten esta segmentación y conexión, como es el caso de Telegram, entre otras.
De hecho, miles de makers de todo el país se autoorganizaron en grupos de Telegram para discutir, investigar y prototipar las primeras soluciones para dar respuesta a la falta de respiradores, máscaras, viseras de protección e incluso manecillas abrepuertas que nos evitan el contacto con las manos.
Finalmente, se obtuvieron prototipos viables para ser creados mediante la impresión 3D. Fue entonces cuando llegó la hora de organizarse en grupos distribuidos por comunidades (luego se formaron más grupos comarcales e incluso locales). ¿El objetivo? Que miles de impresoras comenzaran a fabricar sin descanso, supliendo la falta de industria o material y generando un peer-to-peer de fabricación.
No me digáis que no es apasionante lo que un grupo de personas con ganas de ayudar puede conseguir.
Cuando Ripolab Hacklab y la Fundación Naturgy se unieron
Ripolab Hacklab es una asociación sin ánimo de lucro ubicada en Ripollet (Barcelona) y en la que su cofundador y compañero de trabajo Jorge Pérez, ha conseguido juntar a 12 personas anónimas de la localidad (muchos de ellos no se conocían ni se habían visto nunca) para crear un grupo muy especial que ha hecho una grandísima labor.
En colaboración con coronavirusmakers.org y la Xarxa d’Espais de Fabricación Digital de la Comarca del Vallès y coordinados por el Consell Comarcal, la Fundación Naturgy y, de forma autónoma y local por el Ayuntamiento, han llegado a fabricar y distribuir más de 970 viseras de protección, más de 4.300 “salvaorejas” (una pieza impresa en 3D que ayuda a sujetar las mascarillas quirúrgicas sin que causen dolor en las orejas tras muchas horas de uso), 21 tiradores para puertas y 100 gafas nasales.
Aquí tenéis un ejemplo de las viseras, “salva orejas” y gafas nasales.
- Su forma de organizar, contactar y distribuir el material a autoridades locales, ayuntamientos y otros organismos.
- La recaudación y la gestión mediante micro donaciones o contribuciones personales de material para fabricar los diferentes elementos.
- La publicación de forma abierta (Open Source) de todos los modelos que han utilizado, modificado y creado para que cualquier persona pueda replicarlos libremente, generando lo que ellos llaman Patrimonio Tecnológico de la Humanidad.
Esta colaboración ha permitido ofrecer un altavoz y un facilitador de cara a empoderar la iniciativa. También ha facilitado la distribución del material de una forma mucho más eficaz gracias a nuestros compañeros de la Fundación, que se han implicado desde el primer momento y han creído en esta acción.
Además, gracias a esta cultura participativa, con una estructura plana y sin jerarquías, se ha formado un grupo de makers dentro de Naturgy. 23 empleados (que ya colaboraban con sus grupos locales) han ayudado en las necesidades que recibía la Fundación Naturgy desde otras asociaciones, fundaciones, Cruz Roja e incluso de los propios servicios médicos de Naturgy.
Estas acciones altruistas que buscan un bien común reflejan que sí existe una nueva manera de afrontar proyectos, con personas que respiran el mismo espíritu colaborativo y que lideran iniciativas que se hacen realidad gracias a la tecnología.
Ojalá que esto sea un vector de cambio que también empiece a aplicarse en muchos otros ámbitos. ¿Tu conoces otros ejemplos? ¿Los quieres compartir?
¡Felicidades a todos los implicados en esta grandiosa iniciativa!