La caldera policombustible: qué es y cuándo utilizarla
Calderas 17 mayo, 2016
Por caldera policombustible se entiende todo aquel grupo térmico de generación de calor que es capaz de utilizar distintos combustibles sin que sea necesario realizar adaptaciones o cambios en los elementos auxiliares o de control del equipo.
Las calderas que utilizan combustibles líquidos o gaseosos y que precisan de un sistema de inyección para canalizar el combustible hasta la zona en la que se realiza la mezcla con el comburente a través de un quemador no permiten este cambio de combustible, pero puede realizarse una adaptación mediante un cambio de parte o de la totalidad del quemador. Sin embargo, estos grupos de generación no se consideran policombustibles.
Una caldera policombustible utiliza sustancias sólidas para quemarlas en el hogar produciendo calor. Existen también calderas que pueden quemar gasóleo y biomasa, que disponen de dos hogares separados y que pueden funcionar de forma conjunta para cubrir los casos en que la demanda de calor es mayor que el que puede proporcionar el hogar de leña.
La alimentación de una caldera policombustible
En general, cualquier caldera de combustible sólido, de carbón, de leña o de pellets, podría ser alimentada con cualquier tipo de combustibles sólidos. En la realidad, la intercambiabilidad del combustible se ve condicionada por los sistemas de alimentación elegidos para la caldera en cuestión.
Si la caldera utiliza por ejemplo leña y la alimentación se realiza de forma manual, podría aceptar cualquier combustible sólido que, por sus dimensiones, entrara por la boca de acceso al hogar. Es decir, podría ser alimentada por carbón, en sus distintas presentaciones, toda clase de productos leñosos, como ramas, troncos, pellets, serrín, astillas, etc… e incluso con cualquier material no tóxico susceptible de arder en combinación con el oxígeno del aire.
Otras calderas están preparadas para ser alimentadas de forma automática con distintos productos. Si un equipo cuenta con un sistema de alimentación automático compuesto por un tornillo sinfín enfundado en una canalización plástica, que transporta pellets desde un silo hasta la rejilla del hogar, este combustible podría sustituirse por cualquier otro con las mismas características granulométricas, de peso, densidad, compresibilidad o humedad relativa, que pudiese ser manejado por el sistema de alimentación. Así, existen instalaciones de estas características que están diseñadas y proyectadas para poder consumir pellets de distribución comercial y huesos de aceituna.
Esta posibilidad de utilizar un subproducto muy abundante en ciertas zonas productoras de aceite y derivados oleicos, permite aprovechar lo que en un principio se consideraría un residuo y que debería ser tratado como tal. Este tipo de combustible suele tener un coste muy reducido, y en ocasiones, completamente gratuito, lo que permite reducir la factura energética de forma relevante.
Existen multitud de subproductos similares al mencionado que pueden ser usados como combustibles sólidos en una caldera policombustible. Tienen una distribución geográfica determinada, ya que están asociados a actividades agrícolas o industriales muy concretas. Además, la producción de los mismos suele estar acotada en el tiempo, condicionada por procesos de recolección o tratamientos específicos. Por ello es preciso contar con la posibilidad de utilizar combustibles comerciales que permitan la generación de calor en los periodos en los que el subproducto alternativo es difícil de encontrar.
Existen experiencias contrastadas con multitud de productos. Los más utilizados están siendo los huesos de aceituna, melocotón y albaricoque, las cáscaras de almendra o piñones, restos de poda de la vid, pepitas de uva, piñas, etc., pero las posibilidades son infinitas. Solo es necesario cambiar el punto de vista y encontrar una utilidad para ese residuo generado por ciertos procesos y que se puede utilizar en una caldera policombustible.