Sistemas de calefacción de gas natural frente a otros combustibles


Sistemas de calefacción de gas natural

Climatización   29 marzo, 2016


El gas natural es uno de los combustibles más utilizados en las instalaciones de calefacción, tanto en el ámbito de la edificación residencial, como en construcciones del sector terciario, industrial y comercial. La facilidad de acceso al producto y las características propias del combustible lo han puesto por delante frente a sus competidores más directos, el propano y el gasóleo C.


El gas natural es un combustible de calidad disponible en cualquier punto de la península ibérica. Solo las instalaciones de Enagás, principal transportista de gas natural y el gestor técnico del Sistema Gasista, cuenta con más de 11.000 kilómetros de gasoductos de alta presión, 18 estaciones de compresión, 416 estaciones de regulación y medida, 6 puntos de interconexión internacional y tres almacenamientos subterráneos estratégicos. A estas cifras hay que sumar las redes propias de las compañías distribuidoras que cubren las calles de pueblos y ciudades suministrando el gas al cliente final.

Además de la facilidad de abastecimiento y limpieza en el uso, el gas natural es un combustible con muchas cualidades. Sus principales competidores en el mercado de la calefacción son el gasóleo C y el propano.

El propano es un gas derivado del petróleo con buenas características energéticas y disponible en varias presentaciones; envasado en botellas de 11 o 35 kilogramos, a granel, con lo que el cliente debe contar con un depósito adecuado para su almacenamiento, o canalizado en pequeñas localidades o urbanizaciones privadas.

El gasóleo C es el gasoil comercializado con destino a las instalaciones de calefacción. Es también un combustible derivado del petróleo, en fase líquida y presentado al cliente normalmente a granel con la consiguiente necesidad de contar con un depósito adecuado y con los requisitos técnicos y de seguridad industrial vigentes.

Si atendemos al poder calorífico inferior del combustible o PCI, parámetro que nos informa sobre la cantidad de energía que se puede obtener por unidad de combustible, descontando la parte de energía calorífica que se pierde con la humedad contenida en los humos y gases de combustión, no podremos concluir cuál es el mejor combustible ya que estaremos comparando combustibles líquidos, con gaseosos y con distintas densidades: gasóleo, 10.28 kWh/litro; propano, 12.86 kWh/kg; gas natural, 10.83 kWh/m3.

Pero si comparamos el coste de cada unidad de calor generada con el combustible utilizado, los euros por cada unidad de calor (*), sí tendremos un parámetro comparable para los tres combustibles: gasóleo, 60 €/MWh; propano, 80 €/MWh dependiendo del formato de presentación; gas natural, 50 €/kWh. Se puede apreciar como el propano es el combustible más caro frente al gasóleo y el gas natural que tienen cifras muy semejantes, y más en los últimos meses con las bajadas bruscas del barril de crudo.

Tendremos que acudir a las cifras de emisiones contaminantes para dilucidar el vencedor de esta comparativa.

Los contaminantes que se producen con el uso de los combustibles habituales son el CO2 o dióxido de carbono, cuyo aumento de concentración en la atmósfera provoca el efecto invernadero, el SO2 o dióxido de azufre, principal causante de la lluvia ácida y los NOx u óxidos de nitrógeno, tóxicos para el ser humano y que contribuyen a la lluvia ácida y la neblina o “smog” de contaminación en grandes ciudades.

Al gasóleo se le otorgan de media unas emisiones de 273 grCO2/kWh con contenidos en azufres cercanos al 0.2%. El propano emite en su combustión 233 grCO2/kWh con cifras de 0.05% de azufre. El gas natural presenta una emisiones de 204 grCO2/kWh y sin presencia significante de azufre de azufre, llegando a ser de 150 veces inferior a las emisiones de azufre el gasóleo.

Para tener un rango de comparación el gas natural produce un 34% menos de CO2 que del gasóleo y un 14% menos que el propano.

Si nos fijamos en las emisiones de óxidos de nitrógeno, conocidos como NOx, la combustión del gas natural produce 2.5 veces menos emisiones de NOx que el fuel-oil y 2 veces menos que el carbón. Estos óxidos, junto con los formados por el azufre, son los causantes de la conocida lluvia ácida.

Más barato, menos contaminante y con la facilidad de abrir la llave de abonado para obtener suministro de calidad hacen al gas natural un combustible de gran aceptación. Si a estas ventajas les unimos la de la seguridad de uso, ya que el gas natural al ser menos denso que el aire tiene menos probabilidades de ocasionar accidentes, y la de la limpieza y un mantenimiento más sencillo de los equipos, la calefacción de gas natural no tendrá rival.

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