Tipos de biomasa y sus aplicaciones



Biomasa   14 abril, 2016

La biomasa se ha convertido en uno de los combustibles de referencia a la hora de planificar instalaciones de generación de calor, o de energía eléctrica, en el ámbito de las energías renovables.

Con el nombre de biomasa nos referimos a toda aquella materia orgánica de origen animal o vegetal que es susceptible de ser aprovechada energéticamente mediante procesos de oxidación, ya sea por combustión, gasificación o pirólisis. También se considera biomasa a la fracción orgánica procedente de los residuos, bien de origen urbano bien de origen industrial.

A la hora de estudiar las distintas alternativas en la elección de combustibles biomásicos tendremos que centrarnos, normalmente, en aquellos que tienen una distribución comercial adecuada, o en los que sean de fácil acceso desde un punto de vista geográfico.

Así, las alternativas se reducirán seguramente en los pellets, las astillas y residuos agroindustriales.

Pellets

Los pellets son un biocombustible estandarizado de forma cilíndrica, procedente de la pelletización de derivados celulósicos de la madera: serrines, virutas o fracciones no aprovechables comercialmente.  Con un proceso de trituración y compactación a altas presiones se forman las partículas cilíndricas mediante unos rodillos que obligan al material a pasar a través de matrices perforadas.

Se produce así un combustible fácilmente transportable y con diversas presentaciones finales. El consumidor final puede encontrar bolsas de entre 15 y 25 kg, grandes bolsas o BigBags de  700 a 1000 kg, o también se puede distribuir a granel mediante camiones cisterna con sistemas de impulsión por mangueras.

El estándar europeo fija una serie de características para este tipo de presentación. La densidad media ronda los 700 kg/m3; presenta un bajo contenido en humedad, de entre un 6 y 8%; el poder calorífico inferior en seco se sitúa entre las 4000 y las 4500 kcal/kg y su contenido en cenizas debe ser inferior al 0,5%.

Existe una certificación de calidad, ENplus®, basada en la norma ISO 17225-2, que garantiza la procedencia, la calidad de los pellets certificados y hasta los distintos sistemas de comercialización y distribución del producto. Se establecen tres categorías:

  • A1: pellets procedentes de  madera virgen o residuos de madera sin tratamientos químicos y bajos contenidos en cenizas y residuos.
  • A2: pellets procedentes de  madera virgen o residuos de madera sin tratamientos químicos pero con contenidos más altos de cenizas, nitrógeno y cloro.
  • B: pellets procedentes de maderas recicladas o residuos industriales sin tratamientos químicos.
 

Como referencia podemos decir que dos kilogramos de pellets serían equivalentes a un litro de gasóleo.

Astillas

Las astillas, con un proceso más simple de trituración, se presentan en trozos de longitud de entre 5 y 50 mm en la dirección de la fibra. Cuentan con un poder calorífico mas reducido y su densidad ronda los 200 o 300 kg/m3, lo que implica mayores volúmenes de almacenamiento para la misma cantidad de energía. El porcentaje de humedad más habitual se sitúa en el 25%. Esto no supone que no existan astillas mas secas, pero a costa de procesos de secado mas intensivos que incrementan los costes del producto.

En esta presentación la biomasa produce más ceniza que los pellets alcanzando niveles del 1%, lo que implica que los trabajos de limpieza, mantenimiento y recogida de cenizas se incrementan considerablemente.

Residuos agroindustriales

Bajo este epígrafe recogemos aquellos residuos procedentes de la industria agrícola fundamentalmente como huesos de aceituna, cáscaras de frutos secos, restos de la vid, etc.

Las características físicas y térmicas de estos combustibles varían en función de su procedencia y del tipo de procesos a los que se someten, pero, en general, suelen tener altos poderes caloríficos, con porcentajes de humedad altos y contenidos de cenizas elevados.

A la hora de la elección entre los tipos de biomasa descritos habrá que sopesar distintos parámetros y tener en cuenta tanto aspectos de disponibilidad local, lo que abarata los costes de transporte y distribución, el espacio disponible para el almacenamiento del combustible y su trasiego hasta la caldera de combustión, o el precio de la unidad utilizada.

A estos condicionantes, y en ciertas circunstancias, también habrá que sumar aspectos secundarios como la creación de empleo en el entorno o el aprovechamiento de residuos difícilmente gestionables de otra manera.

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