Ya contamos con alternativas sostenibles como el coche eléctrico para descarbonizar la industria del automóvil, pero en el transporte marítimo todavía se están estudiando cuáles son los mejores combustibles, los que harán realidad la transición energética.
En este sector, el hidrógeno verde es uno de los favoritos para sustituir el gasoil, pero primero hay que resolver algunas cuestiones como el transporte de esta energía en largas distancias, algo que no es tan fácil como puede parecer.
¿Existen los buques solo de hidrógeno verde? ¿Por qué se está utilizando también amoniaco como combustible en el sector marítimo? ¿Qué proyectos innovadores están marcando el camino?
Nos sumergimos en este tema para entender mejor por qué el hidrógeno verde es una de las alternativas más limpias y cuáles son sus limitaciones. Sin embargo, antes te daremos unos datos muy interesantes sobre la contaminación y los compromisos del sector marítimo:
Es importante destacar que no todo el hidrógeno es verde.
Por un lado, el hidrógeno gris (H2G) es el más habitual, pero genera emisiones de CO2 porque para obtenerlo se usan combustibles fósiles como el carbón.
Por otro lado, el hidrógeno azul (H2A), que procede del anterior, utiliza tecnologías de captura de las emisiones de CO2 generadas, pero, aunque es menos contaminante, con él tampoco se consigue eliminar por completo las emisiones.
La alternativa más limpia es el hidrógeno verde (H2V), que solo representa un 5 % del hidrógeno existente.
De hecho, el hidrógeno es el elemento más abundante del universo, aunque su presencia en estado puro en la Tierra es muy escasa, porque se encuentra combinado con elementos como el oxígeno o el carbono. Por eso, para producir hidrógeno renovable se lleva a cabo un proceso químico llamado electrólisis. Con un aparato que recibe el nombre de electrolizador y mediante la corriente eléctrica, se separan las moléculas de hidrógeno y oxígeno presentes en el agua.
Más allá de la producción de hidrógeno verde, el reto al que se enfrenta el sector marítimo es conseguir una buena infraestructura de almacenamiento de esta energía.
El hidrógeno es un gas que pesa muy poco pero que ocupa mucho espacio.
Además, cuando se almacena o se envía por un hidroducto, es necesario mantenerlo a presión muy alta.
Almacenar en un barco una gran cantidad de hidrógeno para su uso como combustible es complejo, sobre todo en los viajes más largos, para los que se necesita mucha energía. No podemos olvidar que la autonomía es un factor clave en el sector marítimo y, de momento, el problema no está resuelto.
Hoy por hoy, no todas las redes de gasoductos están adaptadas al transporte de hidrógeno, por lo que se han desarrollado otras opciones. Una de ellas es licuarlo, pero necesitamos temperaturas muy bajas, cercanas a los 260 grados bajo cero, lo cual no es muy eficiente, ya que, para que te hagas una idea, los metaneros (los buques que transportan gas natural licuado) enfrían el gas natural hasta unos -163º.
Las investigaciones siguen su rumbo para conseguir soluciones cuanto antes. Otra de las propuestas es convertir el hidrógeno en amoniaco. El principal motivo es que, mientras el hidrógeno (en su forma gaseosa) debe almacenarse a -253 ºC a presiones de alrededor de 700 bar, el amoníaco líquido solo requiere una temperatura de -33 ºC a presión estándar, o de 20 ºC a 9 bar.
Además, actualmente ya hay toda una infraestructura tanto para producir como para transportar el amoniaco desde los lugares de producción a los lugares de consumo, al igual que para el gas natural licuado.
De hecho, el Instituto Fraunhofer de Alemania está desarrollando una pila de combustible de alta temperatura a base de amoniaco verde y, si todo va bien, el primer barco de hidrógeno verde del mundo navegará este 2023 gracias a esta innovadora fórmula.
El proceso es muy sencillo, ya que solo se necesita nitrógeno e hidrógeno. El nitrógeno se obtiene fácilmente del aire. Aunque no somos conscientes de su presencia porque es un gas inodoro, incoloro e insípido, compone alrededor del 80 % del aire que respiramos.
Por su parte, para obtener el hidrógeno, se necesita aplicar una corriente de electricidad verde (que proviene de fuentes renovables) al agua. Esta técnica se conoce como electrólisis.
Finalmente, cuando tenemos las moléculas de hidrógeno y nitrógeno, se hacen reaccionar y es así como se obtiene el amoniaco.
No debemos compararlos, sino que, viendo las limitaciones que tiene el hidrógeno a la hora de ser transportado, por el momento el amoniaco es una de las opciones más sostenibles y fáciles de manejar. Por tanto, si queremos una transformación rápida del sector marítimo, tenemos que explorar alternativas como esta, que están en desarrollo.
Otro de los desafíos es hacer realidad un mapa mundial de puntos donde recargar los tanques de almacenamiento de hidrógeno de los barcos.
España es un país pionero en este sentido y tenemos ejemplos de puntos de recarga como el Puerto Verde de Málaga.
Por un lado, los responsables de este puerto anunciaron, en 2021, el proyecto Digital H2 Green (DH2Green), cuyo objetivo es mejorar la eficiencia energética del puerto.
Para ello, utilizan un proceso innovador de obtención de energía a través de la producción combinada de electricidad, hidrógeno renovable y amoniaco.
También quieren aumentar las estaciones de recarga eléctrica y de hidrógeno destinadas a buques y vehículos terrestres.
Por otro lado, a finales de 2022, la segunda compañía más grande de transporte marítimo de mercancías presentó un proyecto de producción de hidrógeno verde para desarrollar en España.
La progresiva descarbonización del sector marítimo hará que muchas empresas tengan que reconfigurar sus rutas para adaptarse al nuevo escenario. En este camino, buscarán puertos que les suministren los nuevos combustibles verdes y por eso este proyecto también es una oportunidad para que los puertos españoles lideren esta revolución.
Si te interesa este tema, entra en la Fundación Naturgy y consulta el informe titulado El transporte de hidrógeno. La importancia del amoniaco, donde se abordan las distintas posibilidades de transporte de este gas.
Quizá dentro de unos años los buques de hidrógeno surcarán los mares solo propulsados con hidrógeno verde. De hecho, ya hay algunos, aunque se trata de buques prototipo.
Hasta que se resuelvan algunos asuntos como el transporte del hidrógeno, podemos probar alternativas como el amoníaco. Lo importante es que estamos dando pasos sin perder de vista nuestro objetivo: la sostenibilidad.
Si queremos vivir en un planeta más limpio y más verde, los puertos y las embarcaciones también tienen que poner de su parte. Es una travesía que nunca antes se había hecho, pero con ella nos espera un futuro lleno de #BuenasEnergías.
Y tú, ¿eres optimista con el uso del hidrógeno verde en el mar?
