Con la llegada del invierno todos estamos con la vista puesta en cómo ahorrar gas natural. Y es que este combustible fósil continúa siendo uno de los más empleados para alimentar los sistemas de calefacción en las casas y edificios residenciales.
Sabemos que subir el termostato por encima de los 22º C en invierno es algo que va en contra de la eficiencia energética. Nos va a hacer consumir mucho más gas y, a la vez, vamos a generar más emisiones nocivas que acabarán en la atmósfera. De ahí la importancia de contar con un buen aislamiento en nuestra vivienda. Cuanto mejor aislada esté, mejor será el confort térmico, y menos tendremos que abusar de la calefacción. Veamos qué tipos de aislamientos podemos emplear para acabar con los puntos de fuga por los que se escapa el calor del interior de nuestra casa.
Desde el punto de vista de la eficiencia energética, este es el más efectivo. Porque evita los puentes térmicos y aumenta la inercia térmica, lo que produce una temperatura más agradable en el interior. Si bien, su eficiencia depende de la calidad de los materiales empleados y de que se haya hecho una instalación adecuada de los mismos.
Para llevar a cabo una buena labor de aislamiento térmico exterior que permita a los moradores ahorrar gas natural en calefacción, hay que evaluar los factores climáticos locales. Porque, lógicamente, no es necesario el mismo aislamiento de fachada para un inmueble en Málaga, que tiene inviernos suaves, que para uno ubicado en Segovia y sometido a inviernos muy crudos.
El Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior (SATE) es uno de los más empleados. Se basa en tres componentes: una capa de aislante térmico, un adhesivo y un revestimiento. Primero se coloca al aislante térmico, que suele ser poliestireno expandido o lana mineral, por la parte exterior de la fachada. Luego se aplica un adhesivo para fijarlo a la pared y, en última instancia, se coloca un revestimiento protector que también cumple una función estética.
La legislación española establece unos estándares mínimos en cuanto al aislamiento de los edificios, pero estos resultan ser ineficientes en la mayoría de los casos. De ahí que en el diseño de edificios sostenibles se esté abogando por mejorar la cantidad y calidad de los aislantes exteriores.
Incluso si el aislamiento exterior es bueno, hay que trabajar en el interior para conseguir un mayor confort térmico dentro del edificio. Lo bueno es que existen una gran cantidad de materiales y sistemas que permiten mejorar el aislamiento de la vivienda desde el interior. En estos casos, además de protección frente al frío y el calor, también conseguimos un mayor aislamiento acústico de la vivienda, lo cual es una gran ventaja.
El aislamiento en paredes puede hacerse a través de paneles aislantes que quedan ocultos dentro de estas. Son de materiales como la espuma de poliuretano, la fibra de vidrio o la lana mineral. Otra alternativa son las placas de yeso con aislamiento, que se colocan directamente sobre las paredes existentes.
En el caso de los techos, es posible instalar fibra de vidrio o lana mineral entre las vigas del techo para reducir la pérdida de calor. Pero también se puede aplicar espuma de poliuretano, o instalar unos paneles rígidos que contienen esta espuma.
El inconveniente de los sistemas de aislamiento térmico por el interior que acabamos de ver, es que requieren realizar una obra de mayor o menor envergadura. Si, en tu caso, quieres ahorrar gas natural en la calefacción, y no tener que hacer una gran reforma en casa, hay una solución: el aislamiento técnico insuflado o inyectado en cámaras.
Se hace un pequeño agujero en la pared o el techo y se hace pasar por él una manguera que inyecta poliuretano o fibra de celulosa. Se puede aplicar tanto en el interior de la vivienda como en la parte interna de la fachada, con el objetivo de cubrir todos los puntos de fuga que puedan existir.
No es tan eficaz como otras medidas, porque no se puede asegurar que el material se haya repartido de una forma totalmente uniforme dentro de la pared. Aun así, el cambio es notable. La vivienda no solo gana en confort térmico, sino también en tranquilidad, porque mejora su aislamiento acústico.
En zonas en las que hay un clima muy frío, una forma de proteger a las viviendas frente a la climatología exterior es colocar una capa de aislante sobre el hormigón del forjado del suelo de la planta baja. Eso sí, hay que utilizar materiales que tengan una buena capacidad de resistencia a la compresión, o se aplastarán al colocar el suelo y dejarán de ser efectivos. Lo habitual en estos casos es utilizar paneles de poliestireno expandido o extruido.
Un cambio de ventanas puede hacer mucho para mejorar el aislamiento de una vivienda y reducir con ello el consumo de energía destinada a la climatización.
Las ventanas suelen ser puntos de fuga de temperatura. Bien sea porque generan un puente térmico que permite que la temperatura interior se vaya hacia el exterior, o porque no están bien instaladas y hay grietas u holguras que dejan pasar el frío de fuera.
Para mejorar el aislamiento es recomendable escoger para los marcos materiales que no generen un puente térmico, por ejemplo el PVC, la madera, o el aluminio con rotura de puente térmico. En cuanto a los cristales, es importante escoger el grosor adecuado. Lo mínimo debería ser grosor doble, pero en ciertas regiones puede ser necesario reforzar el acristalamiento. Incluso valorar la posibilidad de instalar una doble ventana.
Hay pequeños ajustes que puedes hacer en tu casa para mejorar el confort térmico y ahorrar gas natural sin tener que llevar a cabo una reforma.
Cuando llegue el invierno cambia los tradicionales visillos por unas cortinas térmicas o, al menos, por unas cortinas de material más grueso, como el terciopelo. Este tipo de textiles protegen la venta y reducen las pérdidas de calor de la estancia.
Si el suelo de tu casa es un punto débil de cara al confort térmico, no hay nada más sencillo que revestirlo con una o varias alfombras gruesas durante el invierno. Este textil limita la capacidad del frío que llega desde el suelo para penetrar en la estancia, a la vez que facilita la retención del calor.
Las paredes que dan al exterior de la vivienda siempre son más frías. Si quieres aislarlas un poco de forma sencilla, coloca en ellas una librería y llénala de libros. El papel crea un efecto aislante muy interesante que vas a notar desde el primer momento.
Si por problemas de espacio no puedes poner una librería, prueba a revestir las paredes interiores que dan al exterior con algún tipo de tapiz u otro textil.
Si ahora mismo no puedes afrontar un cambio de puertas y ventanas para mejorar el aislamiento, la solución son los burletes adhesivos. Son muy económicos, fáciles y rápidos de instalar. Con ellos conseguimos sellar posibles filtraciones de aire frío y logramos que puertas y ventanas hagan un cierre mucho más estanco.
Cuando se trata de ahorrar gas natural, no descartes ninguna solución. Desde los trucos caseros hasta los aislantes de última generación te permitirán disfrutar de un mayor confort térmico sin gastar de más en calefacción. Otra forma de ahorrar gas es asegurarte de que tus equipos están en óptimas condiciones. Si necesitas un servicio de mantenimiento con la máxima calidad, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
